By Maria Bello

Photos: NOAA Photo Library y Pedro Díaz

Mangroves are a group of trees and shrubs that live in the coastal intertidal zone where rainforests meet oceans, being more than 35 mangrove tree species worldwide. Their intricate root system,  provide food, shelter from predators and nursery areas for fish, birds, crustaceans and other marine or terrestrial organisms. They also provide a source of livelihood for many humans around the world, including wood for fuel, charcoal, timber and areas for fishing.

Mangroves have a very specialized adaptations that enable them to live in salty waters. Breathing roots allow them to survive in anaerobic sediments. Buttresses and above-ground roots enable them to grow in unstable mud flats. Their foliage removes excess salt from the sap, and they conserve water to cope with periods of high salinity. Their seeds are buoyant to allow them to disperse and establish themselves in new areas.

Mangroves can provide natural defenses against extreme weather events and disasters, helping to reduce the loss of property and the vulnerability of local communities. In combination with other risk-reduction measures, such as sea walls and early-warning systems, mangroves are often cheaper than conventional solutions to such risks, such as jetties or constructed breakwaters. These structures must be maintained and rebuilt over time. Mangroves can adapt to sea-level rises and land subsidence in ways that engineered defenses cannot.

They are exceptionally good at storing greenhouse gas emissions, when mangroves are degraded or destroyed, these carbon stocks are released to the great detriment of our atmosphere. Emissions resulting from mangrove losses make up nearly one fifth of global emissions from deforestation, causing economic damages estimated in the billions annually.

Today mangrove forests are one of the most threatened habitats in the world due to:

  • Natural threats: hurricanes, root clogging from increased water turbidity, and damage from boring organisms and parasites.
  • Human impacts: dredging, filling, diking, oil spills, and runoff of human waste and herbicides. Some coastal development results in total loss of habitat.

Ironically, mangroves have been disappeared with an alarming speed. By some estimates, less than 50 percent of the world’s mangrove forests were intact at the end of the 20th century, and half of those that remain are in poor condition.

As today, Thailand has lost 84 percent of its mangroves, the highest rate of mangrove loss of any nation, while the Ivory Coast, Guinea-Bissau, Tanzania, Mexico, Panama, Malaysia, Myanmar, Pakistan, and the Philippines have each lost more than 60 percent of their mangrove forests. Most mangroves grow on public land, only about 1 percent of which receives any sort of protection.

Public awareness and education about the mangrove forests may help protect them, but it is necessary to involve local communities and governments in managing and protecting their mangroves.

Despite great efforts in some countries creating designated conservation areas and regulations, the majority of national governments have not been able to enforce laws and regulate development and industry to save the wetlands as it is needed.

Hábitats marinos increíbles: El Manglar «Selvas Marinas»

Por Maria Bello

Fotos: NOAA Photo Library

Los manglares son un grupo de árboles y arbustos que viven en la zona inter-mareal de la costa, donde se encuentran las selvas tropicales y los océanos;  existen más de 35 especies de árboles de mangle en todo el mundo. Su sistema de raíces intrincadas, proporciona alimento, refugio contra los depredadores y áreas de cría para peces, aves, crustáceos y otras especies marinas, así como a organismos terrestres. El manglar además es un medio de vida para muchas poblaciones costeras en todo el mundo, aportando madera como combustible, carbón, y zonas de pesca de subsistencia y recreativas.

Los manglares tienen adaptaciones muy especializadas que les permiten vivir en aguas saladas; sus raíces con capacidad de respiración les ayudan a sobrevivir en sedimentos anaeróbicos. La forma peculiar de sus raíces les permite crecer en pisos de barros inestables. Su follaje elimina el exceso de sal de la savia, conservando el agua para hacer frente a períodos de alta salinidad. Sus semillas flotantes, presentan una gran capacidad de dispersión, por lo que constantemente se establecen en nuevas áreas.

Los manglares pueden proporcionar defensas naturales contra los fenómenos meteorológicos extremos y desastres, ayudando a reducir la pérdida de la propiedad y la vulnerabilidad de las comunidades locales. En combinación con otras medidas de reducción del riesgo, tales como diques y sistemas de alerta temprana, los manglares son a menudo más baratos que las soluciones convencionales a este tipo de riesgos, tales como muelles o espigones construidos; estas estructuras deben ser mantenidas y reconstruidas a lo largo del tiempo. Sin embargo, los manglares pueden adaptarse a los aumentos del nivel del mar y al hundimiento del suelo donde la ingeniería no puede ayudar.

Son excepcionalmente buenos en el almacenamiento de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuando los manglares son degradados o destruidos, estas reservas de carbono se liberan con gran detrimento de nuestra atmósfera. Las emisiones resultantes de las pérdidas de manglares representan casi una quinta parte de las emisiones globales de la deforestación, causando daños económicos estimados en miles de millones al año.

En la actualidad, los manglares son uno de los hábitats más amenazados en el mundo debido a:

Eventos naturales: huracanes, sedimentación,  obstrucción de las raíces, aumento de la turbidez del agua y daños ocasionados por organismos perforadores y parásitos.

Impactos antropogénicos: dragado, relleno, construcción de diques, derrames de petróleo, escorrentía de desechos humanos y herbicidas, pérdida total de hábitat a consecuencia del desarrollo urbano costero y la acuacultura.

Irónicamente, los manglares han desaparecido a una velocidad alarmante. Según los últimos estimados, menos del 50 por ciento de los bosques de manglares del mundo estaban intactos al final del siglo 20, y la mitad de los que quedan están en malas condiciones. Hasta la fecha, Tailandia ha perdido el 84% de sus manglares, la tasa más alta de pérdida de manglares de cualquier nación, mientras que Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Tanzania, México, Panamá, Malasia, Myanmar, Pakistán y Filipinas han perdido más del 60 % de sus bosques de manglar. La mayoría de los manglares crecen en suelos públicos, recibiendo sólo alrededor del 1% algún tipo de protección.

La conciencia pública y la educación sobre los manglares pueden ayudar a protegerlos, pero es necesario involucrar a las comunidades locales y  gobiernos en la gestión y protección de sus manglares.

A pesar de grandes esfuerzos en algunos países de crear áreas designadas y establecer regulaciones para la conservación, la mayoría de los gobiernos nacionales no han sido capaces de hacer cumplir las leyes y regular el desarrollo y la industria para salvar los manglares también conocidos como humedales.